Aulas cooperativas
06/04/2017
La Escola Rel celebra 40 años de educación a estudiantes con discapacidad intelectual

En la terraza de una pequeña torre de la Font d’en Fargas tres chicos enseñan su proyecto de Conocimiento del Medio. Se trata del cultivo de un huerto controlado con técnicas domóticas: «Aquí están las placas de computación, que mi clase controla con dispositivos móviles -explica Daniel, al lado de las cebollas- y así podemos regar el huerto a distancia o controlar la temperatura y la humedad». «¡Este año también cultivamos fresas!», añade Alfonso mientras Meritxell, su compañera de clase, asiente con entusiasmo.

El huerto domótico es uno de los muchos proyectos de la cooperativa Escola Rel, un colegio de educación especial de Horta-Guinardó, que atiende a estudiantes con discapacidad intelectual y trastornos de la personalidad y el desarrollo. «Nuestra escuela se ocupa de todos aquellos alumnos que, debido a sus necesidades específicas, no tienen cabida en el sistema ordinario», explica el codirector del colegio, Víctor García. «Al ser una cooperativa, no tenemos ánimo de lucro y es la asamblea quien decide los objetivos de la escuela», añade la presidenta, Marta Sendra.

Este año, la Escola Rel celebra el 40º aniversario de su fundación y conmemora la iniciativa de un grupo de profesionales de la educación que decidieron crear una escuela cooperativa destinada a atender necesidades educativas especiales. Desde entonces, el centro ha mantenido la filosofía de que el alumno es el protagonista de su propio aprendizaje.

«En las clases hay nueve alumnos como máximo y cada uno tiene su programa individualizado -expresa el codirector-. El reto es adecuar nuestra tarea educativa a los diferentes niveles, ritmos e intereses». Lo consiguen a base de proyectos suficientemente abiertos y flexibles para que todos participen y exploten al máximo sus posibilidades. Es el caso del huerto domótico o las parejas de lectura o de informática, en el que los mayores enseñan a los más pequeños.

En el 2013, la escuela fundó la cooperativa de alumnos Pinisan, en la que los estudiantes ofrecen un servicio de merienda al resto de compañeros. Los beneficios se destinan a oenegés. Los chicos y chicas se hacen visibles cara a la sociedad. «Salimos a comprar la comida y la vendemos los martes y los jueves», explica Meritxell. «Yo soy el tesorero porque se me dan bien las matemáticas», añade Alfonso.

Inserción laboral

«La discapacidad no implica que no exista capacidad en otras áreas -sentencia García-. La sociedad debe entender que estos niños pueden aportar muchos aspectos positivos en su lugar de trabajo». Por ese motivo, Rel participa en el Programa de Formación e Inserción de la Generalitat, que ofrece plazas en un centro especial de trabajo o en uno ocupacional. Es el caso de Marc Joan, alumno que empieza a trabajar ahora. Los 55 alumnos de Rel se juntan en el patio para despedirle. «¡Te echaremos de menos, Marc!», grita uno de sus compañeros. «Aunque los profesores sean unos pesados, hacedles caso, porque cuando salgáis de aquí os habréis convertido en adultos como yo», contesta el homenajeado, antes de que media escuela se lance a abrazarle.

https://www.elperiodico.com/es/horta-guinardo/20170405/aulas-cooperativas-5956602